Son pocas las ramas de la ciencia en que esta sentencia se cumple tan crudamente como en el caso de La Química , ya que ésta nos permite hacer más confortable y llevadero nuestro mundo actual; pero al mismo tiempo es la causa de muchos de los males de esta pequeña parte del espacio sideral que llamamos Tierra… Por medio de La Química se producen o sintetizan compuestos tan apreciables como los medicamentos que, a decir de Neruda, son pequeños dioses que salvan vidas y preservan nuestra salud; pero por otra parte, también con ella se fabrican armas mortales, gases letales y embrutecedoras drogas que, a decir de Vallejo, son Heraldos Negros de la Muerte. En estos casos La Química es cómplice de los vendedores de armas y de narcotraficantes que, en última instancia, son mercaderes de vidas y de muertes… La Química en malas manos siembra destrucción y desolación. Por consiguiente, por donde quiera que se mire, es claro que el problema no es La Química en sí misma; el problema es la forma como se utiliza La Química por los químicos, es decir por nosotros.
Viéndolo desde otro ángulo, a nivel de tecnología, la Química nos proporciona materiales descartables para paliar las incomodidades y la falta de tiempo que caracterizan nuestro mundo actual; así “usamos y botamos” las bolsas plásticas (polietileno), las botellas descartables (PET), los platos y los vasos de “tecnopor” (poliestireno), etc., pero cuando esto no se utiliza racionalmente el resultado es la contaminación del medio ambiente, es decir un basurero global… Lo mismo pasa con las pilas voltaicas; alumbran un rato la oscuridad de nuestras noches de “camping” o cuando hay problemas de fluido eléctrico en nuestras casas; pero por otra parte nos proporcionan un futuro oscuro cuando estas mismas pilas se eliminan sin el cuidado del caso y, lo peor, es que muchas veces esto se hace conociendo su altísimo poder contaminador. Esta mala acción, sólo por falta de conciencia ambiental, creo yo que es imperdonable... Y así tenemos un sin número de ejemplos en los que la conclusión siempre es la misma: el problema no es La Química ; sino lo que hacemos con ella.
Y hablando de contaminación ambiental, resulta que los procesos químicos son los principales responsables del calentamiento global y de la destrucción de la capa de ozono que protege la tierra, debido a la producción de dióxido de carbono, NOx, PCBs y CFCs. Debemos reconocer, con sana envidia, que los procesos físicos de la tecnología actual son, comparativamente, muy poco “contaminadores del ambiente”. Indudablemente, casi en todos los casos, La Química es la “madre del cordero” y ante esta situación, algunas preguntas se hacen ineludibles: ¿Qué planeta les dejaremos a las generaciones futuras? ¿Qué dirán ellos de nosotros por haber convertido en un inmenso basural el macro hogar que los verá nacer? ¿Qué haremos para que los niños de entonces no nos señalen con el dedo cuando seamos ancianos, si es que la contaminación misma no nos mata antes? Es seguro que ellos nos reclamarán y ni la misma muerte nos librará de sus quejas y clamores; nuestras tumbas no serán protección suficiente para la sentencia histórica que habremos de cargar. Ellos escribirán en sus libros, en sus mentes y en sus almas que nuestra generación convirtió su planeta en un inmenso basural químico; que nos adueñamos de su futuro cambiando su diáfano cielo azul por sombríos cielos oscurecidos y con olor a sulfuros… y eso es realmente escalofriante y vergonzoso…
A pesar de todo, tengo la esperanza de que la tecnología del futuro será capaz de corregir este problema, pienso que, inclusive será posible retroceder la entropía de nuestro planeta, a costa de incrementarla en alguna otra parte del universo que, por ahora, no nos es necesario. Es probable que ello se dé cuando nuestra sociedad esté al borde del abismo polutivo y del colapso ambiental. Dicen que las personas que han vuelto desde el mismo umbral de la muerte cambian sus vidas y sus conductas para siempre y no vuelven a ser lo que fueron; que valoran sobremanera esa nueva oportunidad que les da la vida y, si tuvieron un mal camino, se corrigen. Del mismo modo, creo yo que en algún momento nuestra sociedad globalizada hará lo mismo cuando vea que el vórtice de la contaminación ambiental nos empiece a succionar. Las nuevas generaciones que vengan harán lo posible para corregir el problema que ahora dejamos y construir un mundo más justo y equilibrado, sin el afán consumista de devorar el presente a costa de quitarles el aire puro a las generaciones futuras; Pero cuando esto pase… ¿Quién nos librará del recuerdo que ellos tendrán de nosotros? He dicho que las generaciones futuras, con ayuda de La Química y la tecnología podrán limpiar el planeta de toda la basura que ahora generamos; pero ¿Quién limpiará la basura de recuerdo que ellos tendrán de nosotros? ¿Cómo se borrará de su memoria histórica que nosotros destruimos su futuro? Este es el verdadero reto actual y por eso debemos de esforzarnos aquí y ahora.
Pero todo lo dicho no sólo pasa por La Química y la tecnología; sino por nuestra conducta misma, porque cada uno de nosotros puede hacer algo desde su propia trinchera, pues, como diría Vallejo “Hay hermanos míos muchísimo que hacer”. Por ejemplo la educación es una tarea fundamental, enseñar a los niños lo que debemos y lo que no debemos de hacer; a separar nuestros residuos, a reciclar nuestros deshechos, a no botar las pilas en los lugares de “camping” sino tratarlas como residuo peligroso que es. En resumen, a actuar con ética y valores. Por eso quiero concluir diciendo que lo más importante para hacer un buen uso de La Química son los valores, porque así la Química será usada racionalmente y en bien de la humanidad. Es imperioso hacer una verdadera reacción química en nuestro interior, oxidar completamente los malos hábitos, lograr un verdadero equilibrio entre lo permitido y lo prohibido. Debemos asumir esta conducta por nosotros mismos, por nuestros hijos y por los hijos de nuestros hijos; entonces, a decir de Neruda, no nos invadirán más los olores sulfurosos y nuestro futuro cielo azul será más hermoso y más azul que el azul de metileno… Por eso, antes de finalizar, una vez más quiero repetir el estribillo con el que comencé esta reflexión: El problema no es La Química , sino lo que hacemos con La Química.
Mg.Fermín Humberto Arévalo Ortiz <fharevalo @ lamolina.edu.pe>
Dpto. de Química. U. Nacional Agraria La Molina.