Desde
hace muchos años, el bisfenol A o 2,2-bis-(4-hidroxifenil)propano o BPA (por sus
sigla del inglés), es un componente básico en la fabricación de uno de los
plásticos más utilizados en la actualidad: el policarbonato, un plástico claro, muy ligero, duro y resistente al calor y la electricidad.
El BPA también se
emplea como aditivo para endurecer y estabilizar muchos plásticos (resinas
epoxi, alquilfenoles, poliéster-estirenos y otros), que son usados
habitualmente en la fabricación de envases para alimentos, biberones, envases
retornables de jugos (zumos), bebidas gasificadas, leche y agua, en los
recubrimientos interiores de latas e incluso contenedores para microondas y
utensilios de cocina, porque evita la proliferación de bacterias y la oxidación
de las latas.
Existen numerosos
estudios que asocian al BPA con anormalidades genéticas o cromosómicas. En
experimentos realizados con ratones, se ha demostrado que bastan
concentraciones muy pequeñas (prácticamente indetectables en análisis convencionales)
durante 5 a
7 días para que los embriones de ratones de laboratorio presenten una
anormalidad poco común llamada aneuploidía. En esencia, un error en el
mecanismo natural de división celular que se traduce en alteraciones cromosómicas
asociadas a anormalidades en el feto o a enfermedades como el Síndrome de Down
o varias formas de cáncer.
Los efectos del BPA en embriones de ratones de laboratorio fueron descubiertos de una manera casual por Patricia Hunt (Universidad Case Western Reserve, USA) cuando observó, en sus ratones de laboratorio, un inusual incremento del número de anormalidades cromosómicas sin una causa aparente que las provocara. Al revisar el procedimiento empleado, encontró como única explicación posible de esta anormalidad, el uso inapropiado de un fuerte detergente para limpiar los contenedores de plástico donde tomaban agua los ratones. Descartado el propio detergente, ella y su colega Terry Hassold, llegaron a la conclusión que debía tratarse del material (policarbonatos plásticos) con que se había elaborado el recipiente.
Tras
diversos estudios, Hunt y Hassold concluyeron que el detergente había provocado
la migración de pequeñas cantidades de BPA y que la exposición a bajísimas
dosis y durante pocos días era suficiente para provocar un aumento de casos de
aneuploidía. Dicho de otro modo, que pequeñísimas cantidades de BPA habían
pasado del plástico al agua de bebida de los ratones y ello había alterado el
desarrollo de sus embriones. A pesar de haber constatado la evidente relación
causa-efecto, Hunt se muestra cauta en sus conclusiones. Hunt y Hassold
continúan actualmente sus investigaciones en la Washington State
University.
Los productos que se
comercializan para ser usados por niños no siempre son seguros, especialmente
para los más pequeños, sobre todo en la etapa crítica de desarrollo. El BPA es
uno de los químicos tóxicos que se encuentra en algunos productos, incluyendo
varias marcas conocidas de biberones. Los científicos han relacionado muy
pequeñas dosis de exposición a BPA con cáncer, afecciones en las funciones
inmunológicas, pubertad precoz, obesidad, diabetes, hiperactividad y otros
problemas. Estudios recientes realizados con animales demostraron que aún la
exposición a BPA en pequeñas dosis puede tener impactos negativos en la salud.
La preocupación con
respecto al uso de BPA en productos para el consumidor, se incrementó con los
informes del gobierno norteamericano cuestionando la seguridad del BPA y
algunos comerciantes retiraron productos hechos con BPA de sus estantes. Hay
discrepancia entre los defensores de la salud pública y la industria del
plástico con respecto a la toxicidad del BPA. La fuente principal de la
exposición es la ingestión de alimentos. Se ha descubierto que el BPA migra de
las botellas, del revestimiento de las
latas y otros envases especialmente
cuando éstos son lavados y calentados.
Dentro
de los consejos prácticos para reducir la exposición al BPA se tienen: evitar
el uso de botellas de agua y biberones de policarbonatos (usar los que no
contienen BPA o los de vidrio); evitar calentar comida en envases de plástico
(prefiera platos de vidrio o cerámica); evitar el uso de detergentes alcalinos
fuertes que aumentan la migración del BPA y reducir el consumo de alimentos o
bebidas enlatadas.
BIBLIOGRAFÍA
Loayza, Jorge. Boletín
Electrónico Informativo Sobre Productos y Residuos Químicos.- Año 9 Nº 73,
Mayo, 2013.
MSc. JORGE E. LOAYZA PÉREZ <jeloayzap@yahoo.es>
Dpto. de Procesos. Fac. de Química e I.Q. Univ. Nacional Mayor de San Marcos. PERÚ