Las sustancias químicas se han sintetizado para que contribuyan a
satisfacer las necesidades de la creciente población mundial. Con el paso del
tiempo se ha determinado que muchas de ellas tienen comprobados efectos
negativos. Tal es el caso de los Contaminantes Orgánicos Persistentes (o COP) que,
por su gran estabilidad (no se degradan en condiciones ambientales normales), se
pueden desplazar a grandes distancias arrastrados por el aire y el agua,
acumulándose en el suelo y bioacumulándose en tejidos humanos y animales.
Con la
finalidad de hacer frente a los efectos negativos de estas sustancias la
comunidad internacional ha suscrito el Convenio de Estocolmo, que es un acuerdo que regula el tratamiento de las sustancias tóxicas.
Este convenio establecido en Estocolmo en el año 2001, entró en vigencia el 17
de mayo del 2004. Inicialmente el convenio regulaba doce productos químicos
(“docena sucia”) (ver tema 78 de AQV) dentro de los cuales están los PCB. Desde
el 2010, ya son 21 sustancias incluidas dentro de él y otras están en estudio.
Los Bifenilos Policlorados o PCB (del
inglés PolyChlorinated Biphenyls)
fueron sintetizados por primera vez en 1881 por Schmitt–Schulz (Alemania) y su
producción industrial la inició en 1929 la empresa Monsanto (EEUU). Son una
familia de más de 209 compuestos químicos relacionados (congéneres), de fórmula
general C12H10-nCln (n = 1 a 10). El número y posición
de los átomos de cloro determina sus propiedades químicas siendo mayoritarios
los que tienen de dos a siete cloros. Físicamente, los PCB presentan un aspecto
de fluidos aceitosos hasta resinas duras y transparentes o cristales blancos.
Los PCB son compuestos química y térmicamente estables, insolubles en
agua, no inflamables, no conducen la electricidad, tienen baja volatilidad, se
degradan a altas temperaturas, no son biodegradables y son bioacumulables. Por
sus características fueron usados masivamente en innumerables aplicaciones
industriales como refrigerantes (enfriadores) y lubricantes, para fluidos
dieléctricos de condensadores, transformadores y balastros de luces
fluorescentes; en sistemas hidráulicos, como adhesivos y lubricantes; en
tintas, selladores en empaques, pinturas y barnices, en el papel carbón; en la
construcción, en guarniciones de frenos y asfalto, etc. Se conocen por sus nombres comerciales, como: Abestol,
Aroclor, Askarel, Clophen, Fenchlor, Inerteen, Kaneclor, Phenoclor, Pyranol,
entre otros.
Desde 1979 la producción de PCB se prohibió en Estados Unidos y otros
países. A pesar de ello, estos químicos aún persisten en el aire, agua y suelo,
porque se bioacumulan y se transfieren dentro de la cadena alimenticia. Los
métodos instrumentales actualmente empleados para detectar trazas ha permitido
poner en evidencia que alimentos de consumo humano, como carnes, leche, huevos
de gallina, vegetales, granos, etc., contienen concentraciones de PCB que
sobrepasan lo establecido internacionalmente. La EPA estableció un límite de 0,0005 mg de PCB por
litro de agua para beber.
Contenido
límite permitido de PCB en alimentos
Alimento
|
Límite de
PCB (ppm)
|
Alimento
|
Límite de
PCB (ppm)
|
Leche
|
1,5
|
Alimentos para animales
|
2,0
|
Aves para consumo
|
3,0
|
Peces marinos y mariscos
|
2,0
|
Huevos de gallina
|
0,3
|
Alimentos para infantes y
lactantes
|
0,2
|
Datos obtenidos de las normas de EEUU para los PBC de 1996. (1 ppm = 1 μg/g)
Citado por Miller-Pérez et al. (2009)
Los PCB interfieren
en la producción y regulación de las hormonas esteroides y tiroideas al actuar
como antagonistas o agonistas de los receptores hormonales. Afectan la función
reproductora y alteran diferentes aspectos de la sexualidad. Actúan como
inmunotoxinas que causan la atrofia del timo y afectan la respuesta inmune. Los
PCB y sus metabolitos son carcinogénicos debido a la generación de especies
reactivas de oxígeno que pueden producir daño oxidativo al ADN, provocar
aberraciones cromosómicas y generar cáncer de mama, hígado, gastrointestinal,
cerebral, etc. Atraviesan la placenta y llegan al feto, afectan el desarrollo
del sistema nervioso y los tejidos, y pueden llevar a la pérdida fetal. También
se asocian a deficiencias y a alteraciones en la atención, el aprendizaje y el
desarrollo psicomotor del niño.
Se han desarrollado métodos térmicos,
microbiológicos y químicos para degradar los PCB. Consisten en incinerarlos a altas
temperaturas, tratarlos con ultrasonido e irradiación, la biodegradación por
microorganismos, etc.
bibliograFÍA
- Loayza Jorge. Boletín Informativo sobre Productos y Residuos
Químicos. N° 16 (Agosto, 2006) y N° 27 (Julio, 2007). Facultad de
Química e Ingeniería Química. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima.
Perú.
- Miller–Pérez Carolina,
Sánchez–Islas Eduardo, Mucio–Ramírez Samuel, Mendoza–Sotelo José,
León–Olea Martha (2009) Los
contaminantes ambientales bifenilos policlorinados (PCB) y sus efectos sobre el
Sistema Nervioso y la salud. Revista Salud Mental Vol. 32 N° 4.
México.
- Secretaría
del Convenio de Estocolmo sobre contaminantes orgánicos persistentes. PNUMA. Los nuevos 9 COP. Abril.
2010.
MSc. JORGE LOAYZA PÉREZ <jeloayzap@yahoo.es>
ING. MARINA V. SILVA M. <vickysm02@yahoo.es>
Facultad de Química e I. Q. Universidad Nacional Mayor de San Marco. PERÚ.