sábado, 28 de febrero de 2015

ÁCIDO FÓLICO Y FOLATOS

El ácido fólico, llamado también “folato” o vitamina B9 o “folacina”, es una vitamina soluble en agua (hidrosoluble), cuyo nombre deriva del latín “folium” que significa “hoja”, porque se encuentra especialmente en vegetales de hojas verdes y es esencial para el funcionamiento de nuestro organismo.

En 1931 la investigadora Lucy Wills observó que la anemia producida durante el embarazo se podía prevenir y revertir con la levadura de cerveza y se identificó el ácido fólico como el responsable de ello. En 1941 fue extraído de las espinacas y en 1946 fue sintetizado por Yellapragada Subbarao.

El ácido fólico participa en la síntesis de purinas y pirimidinas, moléculas necesarias para elaborar el ADN y el ARN con los que nuestro cuerpo fabrica sus células y tejidos nuevos; también es esencial para la formación del grupo hemo (parte de la hemoglobina que contiene hierro). Por ello previene la anemia y es de vital importancia para la salud de la piel, cabello, mucosas, uñas y sistema nervioso. Su deficiencia dificulta la síntesis y división celular, afectando principalmente la médula ósea, un lugar de rápido recambio celular. Esto es de especial importancia durante los períodos de rápida división y crecimiento celular, como la infancia y el embarazo.
 

Durante el embarazo, el ácido fólico evita defectos del sistema nervioso y del tubo neural (como la espina bífida y la anencefalia) y ayuda a prevenir el nacimiento de bebés prematuros, de bajo peso y otros defectos congénitos (como el labio leporino, paladar hendido y ciertos defectos cardíacos). El tubo neural es la parte del embrión de la cual se forman el cerebro y la médula espinal y, como estos defectos se originan durante el primer mes del embarazo (antes que la mujer se entere de ello), se recomienda suministrarla a todas las mujeres en edad fértil. La espina bífida (o espina dorsal abierta) es el cierre inadecuado del tubo neural, ocasionando daños en la espina dorsal y el cerebro, produciendo cierto grado de parálisis en las piernas y problemas de control de la vejiga e intestinos. La anencefalia es una enfermedad fatal en la que el cerebro y el cráneo están muy poco desarrollados.

El ácido fólico también ayuda a convertir la vitamina B12 en una de sus formas coenzimáticas y, cuando está en su forma reducida (ácido tetrahidrofólico o FH4 o TFH) actúa como coenzima interactuando con las vitaminas B12 y C en la utilización de las proteínas.

Entre los alimentos que contienen ácido fólico tenemos: legumbres (garbanzo, lenteja, soya, arvejas, habas), vegetales de hojas verdes (espinaca, acelga, berro, apio, lechuga, espárrago), frutas (melón, palta, plátano), cereales integrales (trigo, maíz, arroz, avena), germen de trigo y levadura de cerveza. La carne no lo contiene en cantidad importante, pero sí se encuentra en el huevo, la leche, el hígado de algunos animales y los peces azules. También se forma en el intestino a partir de nuestra flora intestinal, es absorbido principalmente en el intestino delgado y es distribuido a través de la sangre. Se excreta por la orina y heces.



Por su importancia, muchos alimentos son enriquecidos con ácido fólico, pero existen ciertas situaciones en las que se requiere de un suplemento adicional como mujeres en edad fértil (especialmente antes del embarazo, o en los primeros meses de éste, o en lactancia), personas mayores (a partir de los 65 años disminuye la absorción de vitaminas), los fumadores y alcohólicos (tienen mala absorción de esta vitamina), los que tienen trastornos gastrointestinales (con evacuaciones frecuentes y diarreas) o los que abusan de anticonceptivos orales, antiinflamatorios, sedantes, somníferos, etc.

Más de la mitad del contenido natural de ácido fólico de los alimentos puede perderse o destruirse por una inadecuada manipulación, como cocciones muy prolongadas, con abundante agua, almacenar alimentos a temperatura ambiente o recalentar demasiado las comidas. Son más convenientes los alimentos consumidos crudos o con breve cocción (al vapor) y conservados en refrigeración. No es común que el ácido fólico produzca alergias y es pequeño el riesgo de una intoxicación por un consumo excesivo. Por ser una vitamina hidrosoluble, todo exceso es eliminado.

BIBLIOGRAFÍA

Q.F. JUAN JOSÉ LEÓN CAM <jjleon@lamolina.edu.pe>
Departamento de Quimica. Universidad Nacional Agraria La Molina. PERÚ.