jueves, 31 de enero de 2013

EL SATURNISMO DE LOS ARTISTAS


La intoxicación con sales de plomo se llama “saturnismo”, nombre que viene de “color de Saturno” porque muchas veces la acumulación de plomo en la sangre produce una coloración de la piel también conocida como plumbosis o “lengua negra”. Los romanos fueron los primeros afectados porque durante las fiestas Saturnales, en honor del dios Saturno, se consumía el vino que almacenaban en recipientes que contenían plomo y provocaba en la gente comportamientos desordenados y enloquecidos que se han señalado como la causa de la locura recurrente de Calígula, Nerón, etc. En las fases leves, produce cólicos, dolores de cabeza y embotamiento. Si la intoxicación continúa provoca agresividad, sordera y, finalmente, la muerte. La conducta excéntrica y violenta de muchos artistas ha sido atribuida al saturnismo.

Los pigmentos (óxidos o sales de plomo, cadmio, mercurio y otros) con los que se preparaban las pinturas permitieron el ingreso de metales y otros tóxicos al organismo por vía respiratoria, digestiva o a través de la piel, acumulándose y afectando el desempeño físico e intelectual. Los tejidos de los niños (cerebro, riñón, hígado y huesos) absorben un 50% de plomo, mientras que en los adultos es de sólo 20%, lo que perjudica su aprendizaje y crecimiento. Los principales pigmentos eran el albayalde o blanco de plomo (hidroxicarbonato de plomo) usado como color base y para pintar las veladuras de vestidos, el litargirio (monóxido de plomo) de color amarillo, el minio (tetróxido de plomo) un pigmento anaranjado que se halla en los márgenes del Miño, el Amarillo de Nápoles (antimoniato de plomo) que brinda un amarillo muy brillante y el Azul de Prusia (ferrocianuro férrico) el azul más usado. Actualmente han sido sustituidos por pigmentos sintéticos mucho menos tóxicos.

El genial pintor aragonés Francisco José de Goya y Lucientes (1746-1828), fue el artista europeo más importante y una de las máximas figuras de la pintura española. Goya pintaba en forma rápida y desordenada hasta con sus propias manos manchándose continuamente con sus blancos de plomo, amarillos de cadmio y rojos de mercurio. Además, tenía la costumbre de sujetar los pinceles entre los dientes, de ingerir sus alimentos sin lavarse previamente las manos y le gustaba pintar por la noche, iluminado por velas, durante largas horas en ambientes pequeños y mal ventilados. En 1789 Carlos IV lo nombró pintor de cámara del Rey y no sólo pintó a la familia real sino también a la aristocracia española. Quedó gravemente enfermo en 1792 con mareos, parálisis parcial, dificultades en la visión y audición, paranoia y alucinaciones, todos los síntomas del envenenamiento por plomo. En los 36 años siguientes sufrió varias recaídas de su misteriosa enfermedad. Su trabajo pasó de dulce y sentimental a extraño y grotesco, de pacíficas escenas campestres a infernales pesadillas. Se dice que su intoxicación con plomo ayudó a su carreta, pero terminó totalmente sordo. 

La angustia mental y la conducta agresiva del célebre pintor holandés Vicent van Gogh (1853 - 1890) también se ha atribuido al saturnismo, llegando a autolesionarse, a cortarse una oreja tras una discusión con Paul Gauguin y, tras su paso por un sanatorio mental, a quitarse la vida. Los principales  pigmentos con los que se intoxicó son arsénico (verde), cianuro (Azul de Prusia), mercurio (bermellón) y plomo (blanco y amarillo). Con el sulfuro de cadmio logró un color amarillo brillante muy especial con el que pintó su cuadro “Los girasoles”. Se cree que también se intoxicó con cadmio.


 Los análisis del cabello y huesos de Ludwig van Beethoven (1770 - 1827) han demostrado que el gran compositor alemán también padeció de saturnismo, probablemente originado por consumir el pescado contaminado del Danubio o por su costumbre de utilizar vajilla de plomo o por beber agua contaminada de un arroyo a la que se atribuía propiedades curativas. Desde los 20 años sufrió de problemas estomacales y su personalidad cambió gradualmente de ser un hombre simpático y agradable a una persona irritable, aislada y taciturna con ataques de depresión y desesperación, lo que concuerda con una intoxicación por plomo. Su carrera como intérprete se frustró bruscamente en 1796 a causa de la sordera que empezó afectarlo y que lo privó totalmente de la audición en 1815. Los últimos años de su vida estuvieron marcados por la soledad y una introspección cada vez mayor, pese a lo cual continuó con su labor creativa e incluso fue la época de sus creaciones más impresionantes.
BIBLIOGRAFÍA
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/goya.htm
Q.F. JUAN JOSÉ LEÓN CAM <jjleon@lamolina.edu.pe>
Departamento de Química. U. Nacional Agraria La Molina. PERÙ.

martes, 15 de enero de 2013

INTOXICACIÓN POR MERCURIO

El mercurio (Hg) existe en la naturaleza principalmente como sulfuro (cinabrio) o unido a minerales de zinc, cobre, oro y plomo. La contaminación por mercurio la origina principalmente el hombre (antropogénico) y proviene de la metalurgia del oro y plata, de la industria, de las aguas residuales de las ciudades, del uso de combustible fósiles (carbón y petróleo) que lo contengan, del manejo inadecuado de lámparas fluorescentes, termómetros y otros instrumentos como barómetros, manómetros, conmutadores, pilas y baterías, fungicidas, pesticidas, medicamentos, etc.

Últimamente, el uso de mercurio ha sido en gran parte desplazado por las graves intoxicaciones producidas y por las nuevas tecnologías que prescinden de él. No es esencial en ningún proceso biológico pero se acumula en muchos seres vivos (bio-acumulación), por lo que entre los principales riesgos de intoxicación están la ingestión de alimentos contaminados, sobre todo algunos peces (pez espada, merlín, tollo, atún y otros) y mariscos.

El ingreso del mercurio en el ser humano es por vía respiratoria, digestiva y cutánea. La vía respiratoria es la más importante dado que, tanto el mercurio elemental como el inorgánico y sus compuestos, pueden ingresar por inhalación y llegar a la sangre con una eficiencia del 80%. En la vía digestiva el mercurio metálico se absorbe en el tracto gastrointestinal en cantidad menor al 0,01%. Los compuestos inorgánicos, se absorben entre 2 y 15%, dependiendo de su solubilidad, en contraste con la absorción de los compuestos orgánicos que es de 95%. La vía cutánea es por contacto, los casos de intoxicación ocurren por aplicación tópica de compuestos que contienen metilmercurio.

El mercurio absorbido es transportado hasta la sangre y su distribución en el organismo tiende a alcanzar un estado de equilibrio dinámico determinado por la dosis, la duración de la exposición, el grado de oxidación, la concentración en la sangre, etc. Tiene gran afinidad por el encéfalo, la mayor parte va al cerebro, más que al hígado o riñón. Se estima que el contenido normal de mercurio en el organismo humano oscila entre 1 y 13 miligramos, de los cuales el 10% es metilmercurio. El mercurio precipita las proteínas sintetizadas por la célula, principalmente las neuronas e inhibe varias enzimas esenciales.

La presencia del mercurio en una actividad industrial puede producir una enfermedad llamada  mercurialismo ocupacional. La industria minera formal maneja programas específicos de gestión para controlar el riesgo de sus trabajadores, lo que no acontece en la pequeña y mediana industria aurífera del Perú, donde se extrae oro adicionando mercurio (amalgama) a la grava, ocasionando riesgo a los trabajadores, niños y poblaciones ribereñas.

En la fase de absorción, los síntomas generales son: pérdida de apetito, adelgazamiento, cansancio, cefalea, mareos, insomnio, daños renales, al sistema nervioso central y perturbaciones del comportamiento. El mercurio metálico es tóxico pero el metilmercurio es la forma más dañina, con efectos neurotóxicos en adultos y en fetos de madres expuestas. Las sales de mercurio inorgánico afectan directamente al riñón. Clínicamente, en la exposición ocupacional se encuentra la triada clásica: temblor, alteración de la personalidad y estomatitis.

En la fase de intoxicación, los síntomas son: mal aliento, náuseas, vómitos y diarrea, irritabilidad, tristeza, ansiedad, insomnio, sueño agitado, temor, debilidad muscular, pérdida de la memoria, excesiva timidez, depresión producida por daño en los centros corticales del sistema nervioso central, que puede llevar a encefalitis, condicionante del síndrome psicoorgánico crónico y definitivo, que termina en la demencia del trabajador.
En los últimos años se ha demostrado también alteración en la visión cromática. La exposición aguda se evalúa midiendo el mercurio en la sangre, mientras que la exposición crónica y ocupacional se determina mejor dosándolo en orina homogenizada de 24 horas.

BIBLIOGRAFÍA
WHO. El Mercurio en el Sector de la Salud. Ginebra: OMS Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente Agua, Saneamiento y Salud; 2004.

Dra. BETTY PAREDES DE GÓMEZ <paredes.betty@gmail.com>
Universidad Nacional San Agustín. Arequipa. PERÚ.