El
ácido úrico (antiguamente llamado ácido lítico) es un sólido cristalino que no
tiene el grupo funcional típico de los ácidos, pero puede formar sales (uratos)
mediante un hidrógeno de propiedades “ácidas”. Tiene un origen interno o
“endógeno” (por las reacciones de degradación de las células) y otro externo o
“exógeno” (por el metabolismo de las purinas de los alimentos). Más de los 2/3
partes del ácido úrico que circula en nuestra sangre es producido por nuestro
hígado a partir de nuestros alimentos. Su principal vía de eliminación es por
la orina. Tanto el ácido úrico como los uratos son muy poco solubles en el agua
y tienen propiedades “antioxidantes”. Se cree que a ellos se debe casi la mitad
de la capacidad antioxidante de la sangre.
Muchas
especies animales transforman el ácido úrico en una sustancia mucho más soluble
en agua (alantoína). Como el hombre no tiene esa capacidad sus niveles de ácido
úrico en sangre son mucho mayores que los de la mayoría de mamíferos y,
habitualmente, muy próximo al límite de su solubilidad, pudiendo precipitar
(cristalizar) aún con un pequeño incremento.
Los
efectos más comunes que se originan por tener niveles elevados de ácido úrico
en la sangre (hiperuricemia) son la gota y los cálculos renales (litiasis renal
úrica), mientras que los niveles bajos están relacionados con la ausencia de la
esclerosis múltiple. Un estudio de 20 millones de registros médicos de
pacientes del Reino Unido mostró que, curiosamente, casi siempre la esclerosis
múltiple y la gota son mutuamente excluyentes.
El
ácido úrico de nuestra sangre se mantiene en solución cuando su concentración
es menor a 7,0 mg/dl. A mayor concentración, las posibilidades de cristalizar aumentan
y, como la solubilidad casi siempre aumenta con la temperatura, la
cristalización ocurre especialmente en las zonas de menor temperatura como las
articulaciones del primer dedo (pulgar) de los pies (puede llegar a 32 ºC ) y en las rodillas. Si
la concentración es mayor, la cristalización puede ocurrir incluso en tejidos
más calientes, como la piel.
La
gota es una enfermedad muy antigua, conocida desde la época del médico griego
Hipócrates. Se consideraba propia de la aristocracia porque, en su mayoría, la
sufren los ricos por sus excesos en comida y alcohol. Sin embargo, también
puede presentarse en personas de baja condición económica e incluso en
vegetarianos. Víctimas famosas de gota son Alejandro Magno, Enrique VIII,
Cristóbal Colón, Leonardo da Vinci, Isaac Newton y John Milton.
Es
una enfermedad hereditaria originada por un trastorno en el metabolismo, en el
que aumenta el nivel de ácido úrico sanguíneo (por una menor eliminación o por
una mayor producción debido a un excesivo consumo de alimentos ricos en purinas
como vísceras, mariscos y legumbres). Al formarse cristales de urato de sodio,
éstos se depositan en las articulaciones, ocasionando intensas y dolorosas
inflamaciones que se llaman “ataque agudo de gota”. En hombres se presenta
generalmente a partir de los 40 años. En mujeres sólo ocurre después de la
menopausia porque las hormonas femeninas (estrógenos) potencian su eliminación
por la orina. La gota no tiene cura, pero puede ser bien controlada con
medicamentos anti-inflamatorios y manteniendo bajo el nivel de ácido úrico en
la sangre. Si no es tratada por años se forman “tofos”, que pueden deformar las
articulaciones.
Las
heces de aves, reptiles y murciélagos tienen elevadas cantidades de ácido úrico
y, por ser ácidas, pueden dañar la pintura de los vehículos. El guano contiene
casi un 25 % de ácido úrico, por lo que es una de las principales fuentes para
obtenerlo comercialmente. Existe una amplia gama de pigmentos de insectos que
son producidos a partir del ácido úrico y se los llamó “pterinas” (del griego pteron
= ala), por haber sido hallados en las alas de las mariposas. Por ejemplo
xantopterina, eritropterina y drosopterina.
BIBLIOGRAFÍA
http://www.chm.bris.ac.uk/motm/motm.htm.-
The molecule of the month.
Q.F. JUAN JOSÉ LEÓN CAM <jjleon@lamolina.edu.pe>
Departamento de Química. U. Nacional Agraria La Molina.
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