lunes, 7 de noviembre de 2011

PASTEUR: QUÍMICO Y MÉDICO (Parte II)

Sin ser médico, Louis Pasteur dio a la medicina un enorme impulso, fue un hombre destinado a servir a la humanidad transformando los conceptos existentes sobre las enfermedades infecciosas y enseñando una nueva manera de luchar contra ellas.

Para refutar la teoría de la “generación espontánea” Pasteur estudió, en 1860, el aire atmosférico en su laboratorio, en la cima de las montañas y bajos todas las circunstancias concebibles. Observó que en los frascos calentados a ebullición y luego cerrados herméticamente no había desarrollo de microorganismos, mientras que cuando los abría se contaminaban. También utilizó para sus demostraciones frascos de cuello de cisne, en los que hacía hervir el caldo hasta desplazar el aire del recipiente. Al enfriarse el contenido y disminuir la presión interior el aire ingresaba nuevamente. Si éste se dejaba entrar lentamente, las partículas en suspensión se depositaban (por acción de la gravedad) en el cuello y no había un posterior desarrollo microbiano mientras no se agitase o inclinase el recipiente. Pero si se inclinaba el frasco y el caldo alcanzaba el cuello, ahí sí había un desarrollo microbiano.




Los resultados de sus investigaciones fueron publicados y le valieron un premio de la Academia de Ciencias. Posteriormente, el 7 de abril de 1864, en un Simposio realizado en La Sorbona y con la presencia de los más ilustres hombres de ciencia de la época, Pasteur logró refutar la teoría de la generación espontánea e instaurar la teoría microbiana en la ciencia.

En 1865 comenzó a estudiar dos enfermedades del gusano de seda y descubrió los agentes causantes de grandes pérdidas en la sericultura. Ideó métodos para identificarlos y medidas que evitaban su transmisión, salvando así la industria de la seda en Francia, en Austria, Italia y el Asia Mayor.

Aunque en 1868 Pasteur sufrió una hemiplejia que paralizó parcialmente su brazo y pierna izquierdos y no obstante que tuvo que afrontar la pérdida de tres de sus hijos, su entereza y profundo espíritu religioso, además de la importante y devota colaboración de su esposa, le permitieron dedicarse al estudio de las enfermedades contagiosas y enunciar la teoría germinal de las enfermedades. A su juicio, el origen y evolución de las enfermedades se parecían al proceso de fermentación, ya que las patologías surgían por el ataque de gérmenes provenientes del exterior del organismo.


En 1873 Pasteur fue incorporado a la Academia de Medicina y entre 1877 y 1886 realizó muchos y significativos descubrimientos para la ciencia, dando un tratamiento científico a los problemas inmunológicos. Logró obtener la primera vacuna a base de microorganismos atenuados, introdujo la inmunización artificial para enfermedades como el carbunco. En 1885 realizó la primera vacunación antirrábica en humanos, salvando de la muerte al niño Joseph Meister que había sido mordido gravemente por un perro con rabia. A este caso siguieron muchos, los que le dieron reconocimiento universal y el apoyo definitivo a su método de inmunización, que abría perspectivas prometedoras para la prevención y tratamiento de muchas enfermedades.

El éxito y resonancia mundial de sus descubrimientos fue tal que se hizo una colecta internacional para que el científico desarrollara su instituto de investigaciones científicas. En noviembre de 1886 presentó manifestaciones de insuficiencia coronaria. A pesar de ello, con la ayuda de su esposa y de su fiel yerno, logró continuar supervisando la creciente labor de sus colaboradores. El 14 de noviembre de 1888 se inauguró el Instituto que lleva su nombre, centro que tenía como objetivo difundir la obra de Pasteur y desarrollar investigaciones sobre males infecciosos.


Su salud declinó progresivamente, su actividad se limitó a observar ocasionalmente las tareas de su laboratorio y a recibir la visita de sus colaboradores. El 28 de diciembre de 1895 falleció este gran hombre de ciencia después de una serie de accidentes cerebro-vasculares.

Louis Pasteur recibió todos los honores y reconocimientos que Francia (su patria) las sociedades científicas y los gobiernos extranjeros le otorgaron, habiendo sido la creación del Instituto Pasteur de París, que trabaja por el bien de la humanidad, uno de los más apreciados. Sus contribuciones a la química, industrias alimentarias, microbiología, inmunología, cirugía, entre otras, se debieron a su modestia, perseverancia y laboriosidad en los campos en que incursionó y también, como solía decir, a que “la casualidad favorece sólo a las mentes preparadas”.

BIBLIOGRAFÍA
·     http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Institut_Pasteur,_Paris_1.jpg

MSc. CARMEN RODRÍGUEZ BEST <carb @ lamolina.edu.pe>
Departamento de Química. Universidad Nacional Agraria La Molina.

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