miércoles, 1 de julio de 2015

EL PODER DE LA SÍNTESIS ORGÁNICA

El término “Química Orgánica” fue introducido en 1807 por Jöns Jacob Berzelius para estudiar los compuestos derivados de recursos naturales. Se creía que los compuestos relacionados con la vida poseían una “fuerza vital” que les hacía distintos a los compuestos inorgánicos.

Los compuestos “sintéticos” son aquellos que han sido transformados por la mano del hombre, haciéndolos distintos a los originales. Se consideraba imposible la preparación en el laboratorio o síntesis de un compuesto orgánico, lo cual se había logrado con compuestos inorgánicos. Sin embargo, en 1828 Friedrich Wöhler realizó la primera síntesis de un compuesto orgánico (urea) a partir de uno inorgánico (cianato de amonio). La síntesis de nuevas moléculas y la invención de nuevas reacciones han sido el principal motor de la química orgánica. Mediante la síntesis se han podido obtener compuestos nuevos, distintos a los naturales o que están en cantidades muy pequeñas en sus fuentes naturales o cuya obtención es muy difícil (medicamentos, plásticos, insecticidas, colorantes, etc.).


La química orgánica ha sido protagonista del impresionante desarrollo de la industria farmacéutica y, desde la introducción de la aspirina a finales del siglo XIX, ha contribuido como ninguna a convertir enfermedades comunes en raras y a controlar la mayor parte de las infecciones con decenas de antibióticos cada vez más potentes y selectivos. En 1956 William Henry Perkin, en su intento por sintetizar la quinina (un medicamento para el tratamiento de la malaria), descubre el colorante malva. Por un lado fue un fracaso, pero dio origen a la poderosa industria de los colorantes. F. August Kekulé y Archibal S. Couper pudieron preparar moléculas mucho más complejas que la modesta urea; así sintetizaron alcaloides (como estricnina), antibióticos (como cefalosporina), hasta moléculas muy complejas como la vitamina B12 o la brevetoxina (potente toxina de origen marino).

En los últimos años, la nanotecnología molecular y supramolecular, punto de encuentro de químicos y físicos, permite abordar problemas químicos desde nuevas y hasta curiosas e interesantes perspectivas. El término “nanoputiense” probablemente fue acuñado por James M. Tour y Stephanie H. Chanteau, en su artículo “Synthesis of Anthropomorphic Molecules: the nanoPutians” (J. Org. Chem. 68(23), 2003), para referirse a moléculas que tienen forma humana e inspirados en el gentilicio de los habitantes de Liliput, el fantástico país de seres diminutos al que llegó Gulliver.

En dicho artículo, los autores explican cómo sintetizaron su “nanoniño” (o “nanoniña”) que es una molécula que efectivamente se parece a un ser humano y que, con diferentes reacciones químicas, lograron cambiar el aspecto de la cabeza del muñeco otorgándole diferentes fisonomías y personalidades como las del atleta, la escolar, la cocinera, el príncipe y otras.


El nombre sistemático del angelito es: 2-(4-{2-[3,5-bis(pent-1-in-1-il)fenil]etinil}-2,5-bis(3,3-dimetilbut-1-in-1-il)fenil)-1,3-dioxolano. Su longitud es de unos 2 nanómetros y sus sintetizadores lo llamaron simplemente “nanokid”. Las representaciones más artísticas de los nanoprofesionales son:



Como observamos, la grandeza de la síntesis química es que se pueden conseguir las moléculas que se desean, utilizando los conocimientos acumulados, durante casi dos siglos, por los químicos orgánicos de todo el mundo, los que permiten predecir cómo reaccionarán las moléculas, cómo se condensan unas con otras, qué posiciones son más reactivas, etc.

BIBLIOGRAFÍA

1.    Revista de la Fundación de las ciencias de la Salud. N° 35-2011. Disponible en: http://www.revistaeidon.es/archivo/el-ano-de-la-quimica/plataforma-de-debate/117851-reflexiones-sobre-la-quimica-organica-

2. http://triplenlace.com/2013/06/23/el-sorprendente-mundo-de-los-nanoputienses-o-el-poder-de-la-sintesis-quimica-organica/

 

Mg.Q.F. LUIS MIGUEL FÉLIX VELIZ <lumifeve@gmail.com>
Facultad de Farmacia y Bioquímica.- Universidad N. Mayor de San Marcos. PERÚ.

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