viernes, 15 de agosto de 2014

CORTISONA Y CORTICOIDES

Los corticoides o córtico-esteroides son los esteroides sintetizados en la corteza de las glándulas suprarrenales a partir del colesterol. Son hormonas con importantes propiedades farmacológicas, habiéndose constituido en un gran avance para la medicina. Sin embargo, tienen severos efectos secundarios y deben ser empleados con sumo cuidado.

Desde 1855 se conoce la “Enfermedad de Addison”, una grave enfermedad producida por la destrucción de las glándulas suprarrenales. Entre 1936 y 1942 Edward C. Kendall, Tadeus Reichstein y Philip S. Hench, aislaron 29 esteroides de glándulas suprarrenales de buey y determinaron muchas de sus estructuras y funciones. Por estas investigaciones, ellos fueron galardonados con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina 1950. Cuando se comenzó a usar la cortisona (1949) en pacientes con artritis reumatoide (no existía tratamiento para ella) fue considerada un medicamento casi milagroso por la mejoría obtenida. Después de un tiempo de tratamiento aparecían efectos indeseables. La industria farmacéutica empezó a sintetizar medicamentos similares buscando aumentar su potencia y disminuir sus efectos secundarios. Comúnmente el nombre de “cortisona” suele emplearse para referirse a cualquier medicamento sintético similar a ella.


La corteza de las glándulas suprarrenales elabora tres tipos de hormonas esteroidales: gluco-corticoides (como cortisona y cortisol o hidrocortisona), mineralo-corticoides (como aldosterona) y andrógenos (como testosterona) (ver tema 101 de AQV). La producción de ellas es regulada por la hipófisis.

Los gluco-corticoides cumplen un rol fundamental al regular el metabolismo de los azúcares, proteínas y lípidos. Estimulan la formación de glucosa a partir de proteínas (gluco-neogénesis), aumentan el nivel de glucosa en la sangre (energía para el organismo) y reducen las proteínas de los músculos, huesos y piel. Ello provoca debilidad muscular, mayor facilidad para fracturas por la reducción de la masa ósea y problemas en la piel. El cortisol también es conocido como “la hormona del estrés”, su concentración puede aumentar hasta diez veces en situaciones de estrés, temor, rabia, angustia, etc.
Los mineralo-corticoides regulan el equilibrio de electrolitos (especialmente del sodio y potasio) y la retención de agua en las células, controlando la hinchazón o inflamación de los tejidos. Además, evita que los glóbulos blancos lleguen a la zona inflamada, disminuyendo las defensas y aumentando el riesgo a infecciones. Son considerados los más potentes anti-inflamatorios, se utilizan para reducir la hinchazón alrededor de los tumores y, si éstos presionan terminaciones nerviosas, puede reducir el dolor y otros síntomas.

Los corticoides no curan las enfermedades pero alivian sus síntomas. Están indicados en afecciones en las que predominan los trastornos inflamatorios y las que son causadas por el factor autoinmune. Así, se usan en el tratamiento (“córtico-terapia”) de artritis, alergias, asma, la enfermedad de Addison, reumatismo psoriásico, reumatismo articular agudo, etc. Se usan en los deportes para aliviar el dolor de las lesiones. Cuando se inyectan a una articulación, aumenta el riesgo de infecciones y de rotura de tendones. También disminuyen la actividad de nuestro sistema inmunológico, por lo que se usan en los trasplantes para evitar el “rechazo” del órgano trasplantado.


 Prolongados tratamientos con corticoides pueden producir efectos indeseables como alteraciones del balance de agua y electrolitos, edema (retención de líquidos) e hipertensión arterial, aumento de glucosa en sangre y orina, disminución de las defensas y un mayor riesgo de infecciones. La aparición de estos efectos secundarios guarda relación con la dosis y la duración del tratamiento. Por esta razón, se recomienda usarlos solo en afecciones graves y en forma temporal. En estas condiciones, casi no hay efectos secundarios y éstos desaparecen al término del tratamiento. En el asma, la inhalación de corticoides para desinflamar la mucosa bronquial es uno de los tratamientos más utilizados y parece producir pocos efectos secundarios.

El “efecto rebote” se produce cuando administramos dosis altas de corticoides y nuestro organismo deja de producirlos intentando mantener el equilibrio natural. Si este suministro se interrumpe abruptamente, habrá un déficit de estas hormonas, lo que produce graves síntomas. La “Enfermedad de Cushing” se origina por un aumento prolongado en su producción (por ejemplo por un tumor) y origina aumento de peso (“cara de luna llena”), hipertensión, diabetes, ansiedad, fatiga, trastornos del humor, fragilidad capilar y osteoporosis. Estos efectos son similares a los producidos por su uso prolongado.

BIBLIOGRAFÍA

Q.F. JUAN JOSÉ LEÖN CAM <jjleon@lamolina.edu.pr>
Departamento de Química. Universidad Nacional Agraria La Molina. PERÚ.

No hay comentarios:

Publicar un comentario