Con
el nombre de Vitamina K se hace referencia a un grupo de compuestos
químicamente similares, solubles en grasas (liposolubles), estables al calor,
pero que son afectados por el oxígeno y la luz. Debemos ingerirla regularmente
porque, aunque nuestro organismo la recicla a través del denominado “ciclo de
la vitamina K”, nuestras reservas se agotan rápidamente.
En
1929 el médico danés Henrick Dam encontró que los pollos alimentados durante
varias semanas con una dieta deficiente en colesterol, desarrollaban
hemorragias y sangramiento similares a las que se producen en el escorbuto.
Como el mal no se superó al añadir jugo de limón ni colesterol purificado a la
dieta, dedujo que los animales carecían de algo que llamaron “Vitamina de la
coagulación”, vitamina K (del alemán “koagulation”)
o “factor antihemorrágico”. Después,
el bioquímico americano Edward Adelbert Doisy, la aisló de la alfalfa y estudió
su naturaleza química. En 1939 fue sintetizada en varios laboratorios
farmacéuticos. El Premio Nobel de Medicina 1943 fue compartido por Dam y Doisy por
sus trabajos sobre la vitamina K.
Todos
los miembros del grupo de la vitamina K derivan de la naftoquinona, la que
puede tener un metilo y una cadena lateral. En la vitamina K1 o
filoquinona, la cadena lateral presenta cuatro residuos de cinco carbonos
(unidades de isopreno), el primero de ellos tiene un enlace doble. En la
vitamina K2 o menaquinonas la cadena tiene un número variable de unidades
de isopreno, cada una con un enlace doble. Incluye varias formas designadas
como menaquinona-n (MK-n) donde “n” indica el número de isoprenos. La vitamina
K3 o menadiona es la más sencilla, carece de la cadena lateral.
La
vitamina K es necesaria para que el hígado sintetice los factores y proteínas (protrombina,
proconvertina y otros) necesarios para que se produzca la “cascada de la
coagulación”, que consta de una serie de eventos, dependientes entre sí, que
permiten la formación de coágulos. Además, interviene en varios procesos de oxidación-reducción
dentro de la célula. La vitamina K2 permite la fijación del calcio en una proteína
(osteocalcina) que forma parte de los huesos. La vitamina K3 es la
forma con mayor actividad biológica, sirve de referencia para medir la
actividad antihemorrágica de las otras vitaminas K, es la que se aplica a mujeres
embarazadas, a niños recién nacidos, a pacientes con obstrucción biliar y se
usa en la elaboración de suplementos vitamínicos.
La
deficiencia de vitamina K en adultos sanos es poco común, por su amplia distribución
en los alimentos, por ser reciclada en el “Ciclo de la vitamina K” y porque las
bacterias del intestino grueso sintetizan vitamina K2 (pero no K1).
Los recién nacidos (alimentados sólo con leche materna), tienen un mayor riesgo
de presentar deficiencias porque la leche materna es muy pobre en ella, el
ciclo de la vitamina K aún no funciona bien y porque la escasez de flora intestinal
origina poca síntesis de vitamina K2. Ello puede causar el “sangrado
por deficiencia de vitamina K del recién nacido”, que es potencialmente mortal.
Según la Academia
Americana de Pediatría a todos los recién nacidos se les debe
administrar una inyección de filoquinona (K1).
Las
deficiencias se producen en adultos con desnutrición crónica, con lesiones en
el tracto gastrointestinal, con alteraciones en la absorción de grasas o por la
ingesta de medicamentos que alteren la función del hígado o que eliminen la
flora intestinal (antibióticos). Las deficiencias severas producen el deterioro
de la coagulación sanguínea (determinada mediante el “tiempo de coagulación”),
sus síntomas incluyen moretones y sangrado con facilidad, que se puede
manifestar como hemorragias nasales, encías sangrantes, sangre en orina y
deposiciones o un sangrado menstrual excesivo. En los niños podría ocasionar
hemorragias potencialmente letales dentro del cráneo (intracraneal).
La
vitamina K también se usa en casos de exceso de medicamentos para “adelgazar la
sangre”, para tratar casos de osteoporosis, hematomas, estrías, quemaduras y para
acelerar la cicatrización (después de la cirugía). La ingesta diaria adecuada
para un hombre adulto es de 120 mg (miligramos).
BIBLIOGRAFÍA
http://lpi.oregonstate.edu/es/centroinfo/vitaminas/vitaminaK/
Q.F. JUAN JOSÉ LEÓN CAM <jjleon@lamolina.edu.pe>
Departamento de Química. Universidad Nacional Agraria La Molina. PERÚ.
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