martes, 30 de octubre de 2012

CARBONO-14: EL RELOJ BIOLÓGICO

El carbono es un elemento esencial en la química de la vida y está presente en gran cantidad en todos los organismos vivos, en el suelo y en la atmósfera de nuestro planeta. Como su número atómico es 6, todos sus átomos tienen 6 protones en su núcleo y éste determina sus propiedades. Sin embarbo, existen tres isótopos naturales del carbono porque la cantidad de neutrones puede variar. Así, unos tienen 6 (C-12 o 12C) , otros 7 (C-13) y unos pocos tienen 8 neutrones (C-14). Ellos difieren en su número de masa o peso atómico (suma de protones y neutrones) y con este número se los diferencia y designa.

La estabilidad de los isótopos también es diferente: mientras el núcleo del C-14 (o radiocarbono o 14C o 14C) es inestable, se desintegra, emite “radiación beta” y se transforma en un átomo de nitrógeno, los núcleos de los otros 2 isótopos son estables (no son radiactivos). Además, la cantidad en que se encuentran es muy diferente: por cada 1000 átomos de carbono de la naturaleza, unos 989 son de C-12, unos 11 son de C-13 y una ínfima cantidad es de C-14 (se calcula que hay un átomo C-14 por cada 1012 átomos de C-12). A pesar de estas diferencias, los tres isótopos tienen idénticas propiedades y se comportan de la misma manera en las reacciones químicas y biológicas, pudiendo pasar a formar parte de los tejidos de los seres vivos.


La técnica de “fechamiento por radiocarbono”, descubierta en 1947 por el químico norteamericano Willard Frank Libby (Premio Nobel de Química, 1960) y sus colaboradores de la Universidad de Chicago, utiliza el C-14 como un reloj “atómico” o “biológico” que, desde hace tiempo, se ha convertido en una herramienta importante para establecer la antigüedad (datación) de restos biológicos, útil en el estudio de nuestro pasado y también para estudios sobre el metabolismo y sobre las reacciones químicas.

El C-14 se forma en las capas superiores de la atmósfera cuando los “rayos cósmicos” (radiación de alto contenido de energía) actúan sobre los átomos de nitrógeno atmosférico, les extrae un protón y los transforma en C-14, el que se combina con 2 oxígenos (forma 14CO2) y se incorpora al ciclo natural del carbono. Se considera que, en los últimos 60 mil años, la cantidad de C-14 que se ha formado ha sido constante y, por el intercambio permanente de moléculas que hay entre los seres vivos y el ambiente (en la fotosíntesis el CO2 ingresa a las plantas, pasa a los animales por sus alimentos y éstos eliminan moléculas por la respiración, orina y heces), en unos miles de años se ha alcanzado un equilibrio, en el que la proporción de los 3 isótopos del carbono es constante en todos los seres vivos y en la atmósfera.

Al morir un animal o planta se activa su reloj biológico o atómico: como ya no ingresa C-14 la cantidad de éste empieza a disminuir (por su desintegración) en forma constante e inexorable a una velocidad dada por su vida media (5730 años). La antigüedad de una muestra se determina comparando la cantidad (o la radiactividad) actual del C-14 con la que tenía al morir o comparando la actual proporción de C-14/C-12 con la que tenía cuando estaba vivo, ya que éstas disminuyen proporcionalmente con el tiempo transcurrido.

Esta técnica sólo es aplicable a muestras que han sido materia viva en el pasado (carbón vegetal, huesos, conchas de moluscos, etc.) e implica la destrucción de la muestra o parte de ella. No es aplicable a la cerámica, vidrio, metales, fósiles o rocas que también son importantes para el arqueólogo. Además, los restos de una antigüedad mayor a 50 mil años tienen un contenido de C-14  tan bajo que no se puede medir con precisión. La edad de objetos muy antiguos como las rocas se puede calcular usando radioisótopos de vida media más larga, como el uranio-238 (vida media 4,5 x 109 años).

Para esta técnica se ha supuesto que el contenido de C-14 en la atmósfera ha sido constante, pero esto no siempre ha sido así: han habido períodos en que su concentración ha sido mucho mayor y otros en que fue mucho menor y ello pone en duda los resultados obtenidos. Esta técnica ha producido notorios errores de datación pero también aciertos verificables por otros medios o usando objetos de antigüedad conocida como restos de árboles que murieron en períodos conocidos o con los anillos de crecimiento de árboles que alcanzaban edades de 2 mil años o más.

El C-14 también se obtiene artificialmente y con él se preparan compuestos “marcados” que sirven como rastreador radiactivo. Así, usando 14CO2 Mervin Calvin pudo estudiar detalladamente el proceso de fotosíntesis. Otras sustancias (como glucosa) marcadas con 14C han permitido estudiar el metabolismo de azúcares y lípidos o la síntesis de colesterol en el hombre.

BIBLIOGRAFÍA
-   Atkins-Jones. “Principios de Química” (2006). Edit. Médica Panamericana.

Q.F. JUAN JOSÉ LEÓN CAM <jjleon@lamolina.edu.pe>
Departamento de Química. U. Nacional Agraria La Molina. PERÚ.

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