La
contaminación de alimentos más frecuente se debe a la presencia de hongos y
bacterias que producen compuestos tóxicos para el hombre y los animales. Las micotoxinas son sustancias producidas por varios centenares de especies de hongos o mohos consideradas de alto riesgo para la salud por su toxicidad y su resistencia al calor (termoestables). Las principales micotoxinas son producidas por hongos de los géneros Aspergillus, Fusarium y Penicilliun.
Se conocen como "aflatoxinas" a las toxinas producidas por los mohos del género Aspergillus, especialmente por algunas
cepas de Aspergillus flavus y por casi todas las de Aspergillus
parasiticus. Estos hongos se encuentran en el suelo y las aflatoxinas que
producen pueden contaminar los alimentos en el campo de cultivo (antes o
después de la cosecha) y durante su transporte y almacenamiento si no se hacen en condiciones
adecuadas.
El
término “aflatoxina” fue acuñado en Inglaterra en 1960 cuando unos 100 mil polluelos
de pavos murieron a causa de una enfermedad desconocida que se denominó “Enfermedad
‘X’ de los pavos”, que también ataca a patos y faisanes. La investigación
reveló que la torta de maní, procedente de Brasil y usada en su alimentación,
tenía aflatoxinas de Aspergillus flavus.
El
crecimiento y desarrollo de hongos se favorecen cuando la temperatura y
actividad de agua son elevados. El rango de temperaturas que favorece la
producción de aflatoxinas es de 11ºC
a 35ºC .
El óptimo es 22ºC
y 80-90% de humedad relativa. Los daños físicos (golpes), los ataques de
insectos y roedores facilitan la invasión de los hongos en los productos
almacenados.
Se
han identificado más de 20 aflatoxinas, pero las principales son cuatro:
aflatoxina B1 (AFB1), aflatoxina B2 (AFB2),
aflatoxina G1 (AFG1) y aflatoxina G2 (AFG2).
Las letras B y G indican su fluorescencia azul (“blue”) o verde amarillenta
(“green”) cuando al son expuestas a la luz ultravioleta (de 365 nm de longitud
de onda). También son de gran importancia los productos de su metabolismo: la
aflatoxina M1 (AFM1) producida cuando se metaboliza AFB1
y luego se elimina en la leche de las hembras de mamíferos que han ingerido
pienso contaminado con AFB1 (la
M es de “milk”) y la aflatoxina M2 (AFM2)
producto del metabolismo de AFB2. Por ello, AFM1 y AFM2
aparecen en la leche, la orina y las heces. Las aflatoxinas tienen estructuras
similares y forman un grupo de compuestos naturales heterocíclicos y altamente
oxigenados.
Las
aflatoxinas son potentes tóxicos, producen daño hepático y renal, cáncer,
malformaciones congénitas (teratogénesis) y otros daños. La AFB 1 es la más
tóxica y, desde 1988, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la clasifica
como “carcinógeno” y la AFM 1
como “posiblemente cancerígena” para el hombre, siendo los niños el grupo más
vulnerable. La leche materna puede contener AFM1 y el bebé sufrir
intoxicaciones. La
Agencia Internacional para la Investigación en
Cáncer (IARC) clasificó a las aflatoxinas en el GRUPO 1 como “sustancias (o
mezclas) con alto poder cancerígeno en humanos”.
Las aflotoxinas resisten la molienda, lavado y procesamiento de los alimentos y, al ser termoestables, no las afecta el calor. Solamente el tostado de los frutos secos destruye una pequeña parte de ellas. Son responsables de muchas intoxicaciones humanas masivas y, combinadas con otros factores, de la elevada tasa de cáncer hepático observado en algunas zonas del mundo.
Aunque pueden encontrarse en muchos productos agrícolas, los mayores casos de contaminación se han producido en semillas de algodón y maíz, en cacahuetes
(maní), nueces, avellanas y otros frutos secos, también en leche y sus
derivados y en especias. Las condiciones climáticas de las zonas tropicales
favorecen la formación de aflatoxinas, pero también pueden producirse en zonas
más templadas. El maíz es probablemente el producto de mayor preocupación
mundial, ya que crece en climas favorables al desarrollo de hongos. Los piensos
a base de maíz y semilla de algodón, usados en raciones de vacas lecheras, pueden
dar leche y productos contaminados con AFM1.
Es recomendable adquirir los alimentos de fuentes responsables, conocidas y que se pueda comprobar su frescura y adecuada manipulación. Además, la preparación y conservación de los alimentos deben hacerse con buenas prácticas de higiene y manipulación para evitar su contaminación ya que, una vez que se desarrolla el hongo, sus toxinas no serán destruidas por la cocción ni la refrigeración. No se recomienda guardar granos y frutos secos durante largos períodos y se deben almacenar en ambientes secos y fríos (el freezer).
BIBLIOGRAFÍA
www.minsal.gob.cl/portal/.../72fd6274dad8792ee04001011f0109e4.pdf
Q.F. JUAN JOSÉ LEÓN CAM <jjleon@lamolina.edu.pe>
Departamento de Química. Universidad Nac. Agraria La Molina. PERÚ.
https://prophecypublishing.org/como-configurar-el-reproductor-de-windows-media/
ResponderEliminarEs recomendable adquirir los alimentos de fuentes responsables, conocidas y que se pueda comprobar su frescura y adecuada manipulación. Además, la preparación y conservación de los alimentos deben hacerse con buenas prácticas de higiene y manipulación para evitar su contaminación