El cianuro de hidrógeno o ácido cianhídrico (H−C≡N) es un líquido incoloro que tiene un punto de ebullición tan bajo (26°C) que, a temperatura ambiente, suele encontrarse como gas. Es un ácido débil, muy soluble en agua e inflamable. En 1782 Scheele lo aisló a partir del colorante Azul de Prusia (ferrocianuro férrico) de donde deriva su nombre antiguo (ácido prúsico). Sus sales (“cianuros”) son sólidos blancos, muy solubles en agua y con muchas aplicaciones por sus características especiales. Las sales más conocidas son el cianuro de sodio y el de potasio. Cuando el grupo ciano (C≡N) se une a un resto orgánico se denominan “nitrilos”.
Tanto el cianuro de hidrógeno como los cianuros son muy tóxicos por contacto (se absorben a través de la piel), por ingestión y por inhalación. Inhiben el transporte de oxígeno en la sangre, produciendo muerte por asfixia. La sangre de las víctimas envenenadas tiene un color rojo cereza característico. Por ello, su uso industrial está muy restringido y quienes trabajan con ellos deben tener las precauciones propias para estos compuestos y portar detectores adecuados. Los síntomas del envenenamiento por cianuros son: cansancio, dolor de cabeza, adormecimiento, pulso rápido, náuseas, piel enrojecida, vómitos, respiración dificultosa, paro respiratorio, inconsciencia y muerte.
En el organismo humano se encuentra una pequeña cantidad de cianuro, por lo que su orina puede tener un promedio de 0,3 ppm (partes por millón) y, si la persona es fumadora, puede incrementarse hasta unos 0,8 ppm. En la naturaleza, existen pequeñas cantidades de cianuros producidos por diversas bacterias, insectos y hongos; se encuentran en las hojas de ciertas plantas (durazno, sauce, laurel cerezo), en la parte interna de los huesos de ciertas frutas (ciruelas, melocotones), en alimentos como almendras, castañas, nueces, yuca, paltas, lentejas, brócoli, espinaca, maíz, papas y ajos; en las semillas de manzanas, peras o uvas; en el café, cerveza y hasta en la sal de mesa. En las plantas “cianogénicas” se encuentran generalmente combinados con otros compuestos y, durante la digestión o la cocción, liberan ácido cianhídrico. Por ejemplo, la amigdalina se descompone por acción de la emulsina (una enzima beta-glucosidasa) y genera cianuro de hidrógeno.
También se encuentran cianuros en los gases de escape de los autos, en los productos de combustión de materiales sintéticos (telas y plásticos), en el humo del cigarrillo y en la sal industrial usada para derretir el hielo formado en los caminos. En la industria son más usados los cianuros (sólidos) porque pueden ser manipulados y transportados con mayor facilidad y seguridad que el cianuro de hidrógeno (gas); además, el olor de éste no es irritante y muchas personas no lo perciben, lo que lo hace más peligroso. El cianuro de hidrógeno también es un sub-producto en la manufactura de fibras sintéticas.
En la década de 1920 estos compuestos han sido utilizados para exterminar plagas de ratas e insectos y, más tarde, adquirieron siniestra fama en la Alemania nazi al utilizarlos para exterminar personas en los campos de concentración durante la II Guerra mundial y se sospecha que fue usado, junto con el Agente Naranja, en la guerra del Vietnam.
El cianuro se utiliza en las industrias de papel, pinturas, textiles y plásticos (nylon y acrílicos), en productos agroquímicos y farmacéuticos, en metalurgia para la “galvanoplastía” (en especial para el dorado y platinado) y limpieza de metales. Desde 1887 la minería utiliza cianuro para extraer y recuperar el oro y la plata porque con ellos forma derivados (complejos de coordinación) solubles en agua. La “cianuración” se ha convertido en la forma más segura y confiable para sustituir al antiguo método de amalgamado, que usa mercurio. Por lo general, los cianuros no son “persistentes” (en el medio ambiente son oxidados y destruidos por acción de la luz solar) no se acumulan en los organismos acuáticos y pueden ser degradados por los microorganismos. Ya se ha desarrollado una normativa adecuada para su control y manejo.
En los Estados Unidos, la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) regula los niveles permitidos de cianuro en el agua potable y el nivel máximo permitido en ésta es de 0,2 ppm. La Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (EU-OSHA) ha establecido un límite para el cianuro de hidrógeno y la mayoría de cianuros de 10 ppm en el aire del trabajo.
BIBLIOGRAFÍA
http://www.quimica.unam.mx/IMG/pdf/20cianuros.pdf
http://www.ymad.com.ar/wp-content/uploads/2011/10/Explicaci%C3%B3n-Completa-sobre-el-uso-del-Cianuro.pdf
Q.F. JUAN JOSÉ LEÓN CAM <jjleon@lamolina.edu.pe>
Departamento de Química. Universidad Nacional Agraria La Molina. PERÚ