miércoles, 30 de abril de 2014

LUIS FEDERICO LELOIR

Los inicios de su carrera estuvieron muy ligados a la figura de Bernardo A. Houssay (Premio Nobel de Medicina o Fisiología, 1947, compartido con los esposos Cori. Ver tema 84 de AQV) y, siguiendo su ejemplo, alcanzó  admirables logros científicos con un trabajo disciplinado y constante en un contexto de dificultades económicas. Luego, Luis Federico Leloir brilló con luz propia y llevó a la ciencia argentina tan alto como su maestro y amigo. Por sus valores éticos y su gran sencillez, es un ejemplo para la juventud.

El 6 de setiembre de 1906 nació en París (Francia) Luis Federico Leloir, una semana después de la muerte de su padre. Su madre, en avanzado estado de gestación, tuvo que viajar a esa ciudad acompañando a su padre (ambos argentinos) quien debía ser sometido a una operación quirúrgica. En 1908 regresaron a Argentina donde su familia poseía extensos terrenos y, posteriormente, adoptó la nacionalidad argentina. Concluidos sus estudios primarios y secundarios, ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, se graduó de médico (1932) e inició la práctica médica la que abandonó dos años después para dedicarse a la investigación científica pura.

En 1933 conoció en forma casual a Bernardo A. Houssay, director del Instituto de Fisiología y fue él quien dirigió su tesis de doctorado que trató sobre las glándulas suprarrenales y el metabolismo de los carbohidratos. Por esa tesis recibió el premio de la Facultad al mejor trabajo de doctoral. En 1936 viajó a la Universidad de Cambridge (Inglaterra), para realizar estudios sobre enzimología y se especializó en el metabolismo de carbohidratos bajo la supervisión del Sir Frederick Gowland Hopkins, quien compartió con Eijkman el Premio Nobel de Medicina o Fisiología (1929) por el descubrimiento de las vitaminas. En 1937 regresó a su país y se reincorporó al Instituto de Fisiología.


En 1943, su maestro Houssay fue destituido de la Cátedra de Fisiología por haber firmado, junto con otros profesores, un manifiesto en el que pedían el restablecimiento de la democracia. Como protesta, renunció a su cargo en el Instituto de Fisiología y viajó a Estados Unidos donde trabajó durante seis meses con los esposos Carl y Gerty Cori. En 1945 regresó a su país para trabajar con Houssay, pero esta vez en el Instituto de Biología y Medicina Experimental, institución creada gracias al apoyo de fundaciones privadas.

En 1947, por iniciativa de Jaime Campomar, propietario de una importante industria textil, se fundó un instituto de investigación bioquímica que fue dirigido por Leloir desde su creación y por 40 años. Empezó a funcionar en una pequeña casa antigua y en mal estado. En sus cuatro habitaciones no había despachos ni escritorios, sólo una biblioteca y las mesas de trabajo. Al poco tiempo se trasladó a un edificio mejor, naciendo así el Instituto de Investigaciones Bioquímicas, Fundación Campomar.

La férrea voluntad y la calidad profesional de sus investigadores, permitieron superar los inconvenientes de su modesto presupuesto, usando su creatividad para reemplazar, artesanalmente, parte del complejo instrumental y preparar, ellos mismos, muchos de los reactivos. Sin embargo, la atmósfera era sumamente entusiasta y todos recuerdan esa época con gratitud y añoranza. En estas condiciones, estudiaron el proceso por el cual el hígado recibe glucosa y produce glucógeno, nuestro carbohidrato de reserva energética. En 1948, identificaron los azúcar-nucleótidos, compuestos fundamentales en el metabolismo de los carbohidratos. Por estos estudios el Instituto recibió el reconocimiento internacional y a Leloir se le otorgó el Premio de la Sociedad Científica Argentina. Hacia fines de 1957 recibió una importante propuesta de la Fundación Rockefeller para emigrar a los EEUU pero, al igual que su maestro Houssay, prefirió quedarse y continuar trabajando en su País. 


En 1970 se convirtió en el primer latinoamericano en recibir el Premio Nobel de Química y los 80 mil dólares del premio fueron donados al Instituto Campomar para continuar sus investigaciones. Leloir jamás cobró sueldo y fue muy cuidadoso con el dinero. Posteriormente, su equipo determinó la causa de la galactosemia, una grave enfermedad producida por la incapacidad de metabolizar la lactosa o azúcar de la leche (intolerancia a la lactosa). Las transformaciones bioquímicas de la galactosa son conocidas por los científicos como la “vía Leloir”. Además, estudiaron la hipertensión arterial de origen renal: cuando el riñón sufre una disminución de la irrigación sanguínea, libera una sustancia (renina) que actúa sobre la hipertensina (proteína de la sangre) que produce la hipertensión. Con estos estudios publicaron el libro “Hipertensión arterial nefrógena” que obtuvo el Premio Nacional de Ciencias.

En 1984, Leloir pudo inaugurar un nuevo edificio para el Instituto de Investigaciones Bioquímicas, que había sido desbordado por la gran cantidad de estudiantes, becarios e investigadores que querían trabajar en él. El 2 de diciembre de 1987, murió en Buenos Aires, tras un ataque al corazón.

BIBLIOGRAFÍA
http://www.taringa.net/posts/info/880038/Luis-Federico-Leloir.html

Q.F. JUAN JOSÉ LEÓN CAM <jjleon@lamolina.edu.pe>
Departamento de Química. Universidad Nacional Agraria La Molina. PERÚ.


martes, 15 de abril de 2014

ESTEROIDES Y COLESTEROL

Se conocen como “esteroides” a todos los compuestos que tienen el “núcleo esteroidal” que consta de cuatro anillos (A, B y C de seis carbonos y D de cinco carbonos). En este grupo se encuentran importantes compuestos como el colesterol, hormonas sexuales, ácidos biliares, etc. Los esteroides son clasificados como lípidos o grasas porque no se disuelven en agua y solo lo hacen en solventes orgánicos (acetona, cloroformo, etc.).

El colesterol fue aislado en 1775 por Conradi de cálculos biliares, se le llamó “colesterina” (del griego chole = bilis y stereos = sólido) y se observó que no se descompone al calentarla con hidróxidos (no se saponifica), como las otras grasas animales. En 1859 Berthelot demostró que es un alcohol y se empezó a llamarlo “colesterol”. En 1928 dos Premios Nobel en Química propusieron su estructura: Adolf Windaus (1928) y Heinrich Wieland (1927).

El colesterol es un lípido esencial para los animales por ser un componente importante de las membranas celulares y ser la materia prima para la síntesis de hormonas sexuales, vitamina D3, ácidos biliares y hormonas de la corteza suprarrenal. Se halla en todos los tejidos de los animales superiores (principalmente en el cerebro, hígado y glándulas suprarrenales) y en las lipoproteínas del plasma sanguíneo. 


El colesterol del organismo tiene dos orígenes: uno externo o exógeno (los alimentos) y uno interno o endógeno (lo produce el propio organismo). Los alimentos de origen animal (huevos, lácteos y carnes) son ricos en colesterol y el organismo capta casi la mitad de éste. Los alimentos de origen vegetal contienen sustancias similares (“fitoesteroles”) que son poco absorbidos. Unas dos terceras partes del colesterol del organismo es endógeno, es producido en el hígado, intestino, corteza suprarrenal, testículos y ovarios; por eso, es un nutrimento dispensable en nuestra dieta (no es necesario que esté en ella). Si la cantidad de colesterol de la dieta es elevada, las células del hígado tienden a disminuir e incluso eliminar su propia fabricación de colesterol. Las personas que tienen niveles altos de colesterol aunque su dieta carezca de éste, se debe a algún desorden genético-metabólico.

En 1964 el Premio Nobel de Medicina o Fisiología fue otorgado a Konrad Bloch y Fedor Nynen, químicos alemanes que, trabajando en forma independiente y usando moléculas “marcadas” (tienen un átomo radiactivo), hallaron que el acetato (compuesto de solo dos carbonos) es el comienzo de una larga cadena de reacciones (36 en total) cuyo producto final es el colesterol.

El colesterol circula permanentemente entre el hígado (donde se secreta y se almacena) y los demás tejidos. Para que pueda ser transportado en la sangre, a pesar de su escasa solubilidad en agua, el colesterol se une a otras grasas y proteínas, formando “lipoproteínas”. Según su densidad las lipoproteínas se clasifican en: “lipoproteína de muy baja densidad” o VLDL (very low density lipoprotein), “lipoproteína de baja densidad” o LDL (low density lipoprotein), y “lipoproteína de alta densidad” o HDL (high density lipoprotein).

Las células del hígado producen y secretan las VLDL que son transportadas hacia los tejidos muscular y adiposo, donde descargan parte de sus grasas y proteínas. A medida que realizan esta descarga, su densidad va aumentando y se van transformando sucesivamente en LDL y HDL. Se ha demostrado que altos niveles de VLDL y LDL en la sangre incrementan el riesgo de infarto de miocardio, por eso se las conoce como “colesterol malo”. Las lipoproteínas del tipo HDL (de alta densidad) se encargan de transportar el colesterol excedente desde los tejidos periféricos hacia el hígado para su excreción (principalmente como ácidos biliares). Se sabe que niveles altos de HDL en la sangre disminuyen la incidencia de infarto cardiaco, por lo que son un factor protector contra la ateroesclerosis y se las conoce como “colesterol bueno”.


El principal trastorno que produce el exceso de colesterol en el organismo es la aterosclerosis, enfermedad que se manifiesta por abultamientos (ateromas) en la pared interna de las arterias, los que se deben a la anormal acumulación de glóbulos blancos, células musculares, calcio, plaquetas y abundante colesterol. Al disminuir la luz de la arteria, el tejido irrigado por ella recibe menos sangre (y menos oxígeno). Si son las arterias coronarias (irrigan el músculo cardiaco), el déficit de oxígeno se traduce en un dolor típico (angina de pecho) y, si la obstrucción es total, el tejido cardiaco muere al no recibir oxígeno y nutrientes, lo que se conoce como “infarto de miocardio”. La ateroesclerosis es la causa principal de enfermedades cardiovasculares y otros accidentes circulatorios.

Q.F. JUAN JOSÉ LEÓN CAM <jjleon@lamolina.edu.pe>
Departamento de Química. Universidad Nacional Agraria La Molina. PERÚ.